Blogia
Castillos en el aire

...

Alargo el apagar la luz hasta más tarde de las dos y media. Inevitablemente paso páginas e inevitablemente Karenin muere. Por eso tardaba tanto en terminarlo, porque no quería que eso ocurriese.

Doy vueltas a oscuras en la cama y pienso. Pienso si la angustia se recicla y se acumula para el día siguiente si no te sale antes por alguna parte del cuerpo. La angustia esa que se posa en la parte más lejana de la lengua, rozando casi con la campanilla. Esa que te deja las lagrimas todo el día en posición de “preparados, listos…” y que interpreta un “ya!” en cualquier cosa.

Luego, a duras penas, me duermo, otra vez con las mandíbulas apretadísimas, y sueño cosas feas y frustrantes.

Y otra noche y otro día. Y abro los ojos y resoplo, y una pequeña parte de mi angustia sale involuntariamente de mí. Pero aun tengo mucha más acumulada.

Y pienso durante todo el día. Pienso si V será feliz allí, con ella, y deseo que no sea así, y que esté deseando volver. Conmigo. Y olvidarse de ella, y cerrar esa puerta.

Y por más que intento sigo sin comprender que todo esto esté saliendo así.

Que te digan que a quien quieren ahora es a ti pero que tienen que intentarlo en otra parte, con otra persona, porque aquello fue muy importante, y averiguar si lo otro es una caída desde un precipicio o una invitación a pasear eternamente. Entre la nieve. Que esté pasando eso cuando la solución más lógica esta aquí, conmigo. Y no lo digo por ser parte afectada en ello. De verdad que no.

Y recibir mensajes que aunque parezcan evidentes no llegas a entender del todo. Aunque te digan directamente que te echan de menos y que piensan en ti en singular y en plural, no dejas de preguntarte que querrá decir con eso. Es así. Y contestar y enviar también alguna pregunta que da miedo, como que tal van las cosas por allí. Y no recibir respuesta. Y quedarte sin saberlo. Y después de doce horas recibir otro mensaje sin respuesta a tu pregunta, tan sólo para decirte que buenos días o buenas noches. Y ya no sabes que pensar.

Y luego, te enteras de que tus mensajes no llegan. Suecia te odia y no te deja traspasar sus fronteras. Ni por teléfono. Por lo tanto él no sabe nada de ti desde que se fue, ni conoce tus enfados, tus desesperaciones, tus penas, tus respuestas a sus preguntas, tus echarle de menos a él también. Y está preocupado. Y tampoco sabes qué quiere decir exactamente eso.

2 comentarios

keleta -

No te voy a decir que no pasa nada y eso.. porque en menudas te metes. En fin, solo te deseo q todo tenga un final feliz o que si es malo, que sea porque algo mejor te está esperando.

Besicos xiqueta i ánimo

Úrsula -

nadie lo sabe

mecagoenloshombres. hijosdeputatodos

xxx!!!1

pd- q alegre actualizacion
pd2- quita planetas
pd3- quita tb "diecinueve" de maga